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MOSAICO TRABAJO ESTUDIO MOVIMIENTO PIXEL GUEPARDO

MOSAICO TRABAJO ESTUDIO MOVIMIENTO PIXEL GUEPARDO

2.920,00 € Precio miembro / 3.650,00 € Precio público

Puntillismo, ilusión a toda marcha

Entre la respiración corta y la vibración incandescente, este guepardo nacido de microtesseras parece brotar de un sueño fundido. Cada cuadrado de cerámica capta el ímpetu, el fuego, el pulso. Es un homenaje al fulgor, a la belleza en bruto, a la energía que se enciende y nunca se disipa.

Colocado en un estudio de yoga, una sala de tratamientos o una sala de meditación, este guepardo transforma la luz en respiración y el impulso en anclaje.

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CARACTERÍSTICAS

- Cada microteselación compone esta obra mayor. El detalle se convierte en fuerza, lo infinitesimal dibuja la intensidad, como una meditación sobre el contraste.

- Dimensiones de la obra :
Mayor altura: 56 cm
Longitud máxima: 190 cm
Espesor: 1,2 cm
Peso total: aprox. 10 kg
Número total de teselas: varios miles, todas ensambladas, una a una, a mano, en el taller, al milímetro

- Dimensiones de cada tesela: 10 mm x 10 mm
Grosor: 3 mm
Peso de cada tesela: menos de 2 g

- Materiales utilizados: pasta de vidrio hecha a mano y minerales naturales
Acabado: todas las teselas que forman el contorno del guepardo han sido cortadas a mano una a una y pulidas con muela, pero permanecen inacabadas.

- Material de soporte: plexiglás transparente (o PMMA - polimetacrilato de metilo), que es a la vez rígido y ligeramente flexible.

- Propiedades: repelente al agua, superficie lisa, fácil de limpiar.

DISEÑO Y CREACIÓN

Cada tesela de 1 cm² parece casi insignificante cuando se contempla por sí sola. Y, sin embargo, es de esta meticulosidad extrema de donde nace la intensidad del motivo. Colocada una a una, cada pieza encuentra su lugar en el ritmo, como una respiración contenida, paciente, casi meditativa. El gesto de la mano se convierte en el de un monje artesano, repetitivo, humilde y concentrado.

Pero en cuanto se da un paso atrás, el efecto es sorprendente. Las sombras ardientes se funden en un movimiento abrasador. El ojo ya no distingue los cuadrados, sino que percibe una ola, una velocidad, un cuerpo vivo listo para saltar de la pared. El guepardo se convierte en un espejismo. Los colores se funden en una impresión global, casi irreal, que palpita como un fuego contenido en la piedra.

Este contraste entre lo infinitamente pequeño y lo espectacular evoca el yoga mismo: la meticulosa secuencia de gestos, repetidos, dominados, hasta que la respiración se apodera de toda la escena interior. Aquí, la fuerza nace del detalle. Y si se parpadea ligeramente, se descubre de repente la grandeza de la intención.


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