EL BURN OUT... ¡PUFF!... ¡QUÉ CHICA!

¿Sabías que el burnout puede ser una señal valiosa: un llamado a reequilibrar cuerpo y mente?

Al igual que el yoga, prevenir el síndrome del trabajador quemado requiere escucha interior, adaptación y amabilidad hacia uno mismo.

Escrito por Chloé Lesage - noviembre de 2024

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BURNOUT: ¿UN SÍNTOMA DE NUESTRO TIEMPO O UNA OPORTUNIDAD DE RENOVACIÓN?

Descubra en esta publicación una mirada profunda al síndrome de burnout: sus mecanismos, sus impactos y las vías de recuperación. A través del conmovedor testimonio de un ser querido y un análisis de las causas del agotamiento interno, explore cómo este síndrome puede convertirse en una clave para la transformación personal.

¿Qué tal si a partir de hoy repensas tu relación con el trabajo y contigo mismo para evitar el agotamiento y favorecer la renovación interior?

"¡Echemos un vistazo!"

EL AGOTAMIENTO...

"Esa es una palabra de moda. Ya no sabemos qué inventar". "No deberíamos exagerar". "Se está pasando". "Son personas débiles las que pasan por esto". "Pero yo no le pedí que trabajara todas esas horas".

Este síndrome es tan ampliamente reconocido y tan poco conocido, pero está mal visto. Sin embargo, el burnout es una de las enfermedades más extendidas de nuestro siglo: tres millones de personas lo padecen en Francia.

-¿Qué es el Burnout? 

-¿Cuáles son sus mecanismos?

-¿Cuales son sus síntomas? 

¿Cómo lo vive el séquito? Testimonio.

-¿Qué debemos hacer? 

Es el entorno el que primero nota las anomalías de la situación.

En este artículo, compartiremos algunas ideas que pueden ayudarte a actuar antes de tocar fondo. Y si ya es demasiado tarde, aquí te explicamos cómo recuperar tu capacidad de actuar.

TESTIMONIOS DE UN SER QUERIDO: DE LA CAÍDA A LA RECONSTRUCCIÓN

Nunca me había preocupado realmente el síndrome de burnout. Fue cuando lo descubrí con asombro en mi relación que pude comprender toda su dimensión. Lo llamo "el cáncer de la personalidad". 

Una mañana mi pareja, emprendedor desde hacía dos años, ya no quería levantarse de la cama.

Intento hacerlo reír, seducirlo con un desayuno buenísimo y le pongo su música favorita, pero no, ya no tiene fuerzas... ¡Ay! Dolor. Aturdido... Emergencia... ¡Rápido! Una cita con un sofrólogo durante el día. Llora y no para... 

Es cierto que durante seis meses ha tenido fases de caída, pero ahora está mejorando. Lo levanté cada vez, pero siempre caía más bajo, a trompicones, hasta hoy. En retrospectiva, veo que le di la energía para continuar y trabajar más duro, durante más tiempo, con más fuerza... fomentando así la intensidad del proceso de agotamiento.

Luego llega la época de las discusiones, la sensación de estar lejos. Ya no nos hablamos, no hay nada más que decir. Los amigos nos explican que es normal, es el paso del tiempo, la costumbre... Cuando se va de viaje o de vacaciones, está muy feliz y cuando vuelve, "está deprimido". ¿Somos felices los dos? ¿Estamos destinados a estar juntos? En realidad, eran preguntas fuera de tema.

Discutimos, y él me culpa por no haberlo salvado. Llevo esta culpa dentro de mí, aunque mi mente me recuerda que no puedo ser responsable de ella porque quienes me rodean no pueden ser el terapeuta del otro sin correr el riesgo de establecer una forma de funcionar malsana. Un choque entre el corazón y la mente.

Ante la más mínima frustración o complejidad, entra en pánico. Su cuerpo se pone rígido, su rostro se descompone... Se vuelve gris. Si tuviera que dibujarlo, haría niebla. 

Es imposible hablar con él; cada entonación suena como si estuviera saturado. El flujo puro de sus pensamientos lo hace explotar. Cualquier cosa que amplíe el abanico de posibilidades desafía demasiado lo que necesita definir para su seguridad emocional, incluso si eso implica ser incoherente. Grita "¡basta!" y se lleva las manos a la cabeza.

Todas las cosas en la vida diaria se vuelven complicadas… 

Los problemas económicos se avecinan y aumentan nuestra inseguridad. Esto le genera la urgencia de trabajar con rapidez y encontrar un empleo asalariado rápidamente. Si se convierte en empleado en este estado de agotamiento, ¿cómo reaccionará ante la autoridad, las órdenes, las tareas complejas y la necesidad de producción prevista?

La incomodidad que sentía suspendió todos nuestros planes. Ya no es el mismo de antes; algunos rasgos han desaparecido, mientras que otros se han acentuado. 

Para él, la causa del agotamiento no eran las horas que trabajaba, pues eran unas 40 semanales, ni siquiera sus actividades, pues había creado una actividad placentera, acorde con sus valores. Lo que lo hizo zozobrar fueron sus representaciones internas vinculadas a la inseguridad financiera y a la posible decepción de su padre y su pareja si alguna vez fracasaba. 

Nos separamos y él se hizo agricultor en una zona completamente distinta del país. Su transición duró tres años y parece más feliz que nunca. 

¿QUÉ ES EL AGOTAMIENTO? EL AGOTAMIENTO DE NUESTROS PATRONES MENTALES

Es un síndrome de agotamiento provocado por el exceso de trabajo y disfunciones en todas las dimensiones de la persona (física, emocional, mental, ambiental, etc.). Un verdadero caos interno, resultado de un proceso de sobreadaptación que agota al individuo de todos sus recursos. 

Este síndrome a menudo se define erróneamente como agotamiento profesional. Si bien el síndrome de burnout se presenta con igual frecuencia entre emprendedores, personas en busca de empleo, artesanos, estudiantes, madres, etc.

Esto se explica por el hecho de que realmente no es el mundo exterior el responsable de la presión que nos lleva al burnout sino nuestra relación con nosotros mismos (mecanismos internos, creencias, etc.). 

Por ejemplo: «Si no tengo éxito, fracasaré en la vida». «No podré alimentar a mi familia». «Perderé el cariño y el reconocimiento de los demás». «Mi pareja me dejará». «No seré una buena persona». «Sé que para triunfar hay que sufrir, como mi padre...».

El hilo conductor de esta situación reside en esta pregunta central: ¿Cuál es mi relación con el fracaso? ¿Cuál es el coste de no tener éxito? El precio del fracaso es altísimo, impensable, insuperable... Estas son cuestiones vitales. 

Entre autolesionarse y vivir las consecuencias (reales o imaginarias) de un posible fracaso, es mejor llevar los propios límites al límite. Al límite. Ausencia de límites. 

Desafortunadamente, cuanto más se difuminan los límites, más se pierde la identidad. 

TRASTORNOS PSÍQUICOS: LOS ENGRANAJES DEL MIEDO AL ESCENARIO DE CATÁSTROFE

Obviamente, esta tensión por triunfar a toda costa suele ir acompañada de un alto nivel de exigencia. Incapaz de soltarse, la persona ya anhela llegar a la cima, sin preguntarse cuánto tiempo o recursos habrían necesitado otros para llegar allí.

Excesivo, es una carrera contra el tiempo.  

Presa del pánico, es el cerebro reptil el que gobierna. El cerebro de los reflejos, de la supervivencia... Completamente desposeído, el individuo, a pesar de toda su determinación, está totalmente desconectado. Ya no tiene puntos de referencia y ya no sabe qué acciones tienen sentido, qué decisiones tomar, qué le conviene... Pierde el discernimiento, la racionalidad y el libre albedrío. Ya no sabe escucharse a sí mismo, respetarse a sí mismo y no escucha a los demás. El cerebro se sobrecalienta, pero ya no produce mucho a pesar de los esfuerzos. Se le dificulta concentrarse. El cuerpo produce un exceso de hormonas para intentar afrontar la situación. 

Y es el cuerpo físico el que presenta los primeros síntomas. El proceso de descenso a los infiernos es una montaña rusa hasta el abandono. 

Para superar esto, la sanación será muy gradual a lo largo de varios años. Todo tendrá que reconstruirse.

¿CUÁLES SON LOS SÍNTOMAS? CAÍDAS, ABANDONO Y AGOTAMIENTO

Esta condición afecta a personas sin necesariamente haber tenido antecedentes psicológicos o patológicos.

Dependiendo de la etapa los síntomas son diferentes. 

Durante el otoño, la persona se agota emocional y psicológicamente debido a tareas compulsivas acompañadas de estrés repetido y ansiedad generalizada. Puede aislarse o, más bien, encerrarse en su situación. Se fuerza, esperando triunfar mientras espera un día mejor. Pierde el equilibrio, pierde el control. Aunque una parte de ella sabe que está pedaleando en el vacío, cree que para triunfar debe esforzarse más, con más esfuerzo, durante más tiempo...

 La mayoría de las personas con síndrome de burnout Están en negación. No pueden imaginar que les pueda pasar. Reconocer que sufrimos es admitir una debilidad que afecta demasiado nuestra autoestima. 

Cuando toca fondo , es como si la persona estuviera desconectada, descentrada. Se produce un efecto estupefaciente. El tiempo se detiene... Vacía, la persona se siente agotada y sola a pesar de la presencia de los demás. Tiene la impresión de no ser comprendida y no siempre se comprende a sí misma. 

Cuando una persona se desmorona hasta el punto de no poder actuar, también pierde su lugar en el mundo. Es incapaz de cumplir con sus roles sociales, demasiado agotada para cumplir con su rol de padre o madre o ver a sus amigos, por ejemplo. Se siente inútil, avergonzada, etc.

Tocamos fondo y nos miramos a nosotros mismos: ¿Qué me pasa? ¿Por qué mi cuerpo ya no responde? ¿Por qué ya no puedo hacer las pequeñas cosas del día a día? ¿Qué voy a hacer? ¿Qué será de mí?

Cuando pierdes el sentido de identidad , el tiempo se detiene. Los patrones mentales dan vueltas y vueltas. Una persona pierde su identidad; ya no se reconoce a sí misma. Sus rasgos de personalidad desaparecen. Por ejemplo, puede ser alegre, pero se vuelve constantemente tensa. 

¿CÓMO LO VIVEN LOS DE SU ALREDEDOR? UN TERREMOTO PARA TODOS SUS SERES QUERIDOS.

En los códigos sociales, hay que "poner buena cara" y evitar mostrar las debilidades para no ser mal visto. Esto requiere aún más esfuerzo para mantener la presión. Por lo tanto, es a menudo en el momento en que la persona se derrumba, cuando su cuerpo cede, que quienes la rodean, sorprendidos y atónitos, se dan cuenta de lo que no sospechaban y que ha estado sucediendo ante sus ojos durante muchos meses.

La persona que experimenta agotamiento está físicamente presente, pero es incapaz de desempeñar su función. Desestabilizado, todo el sistema colapsa. Quienes la rodean deben reorganizarse. Cada miembro debe improvisar, reajustarse y afrontar la sorpresa, la impotencia, el miedo, la incomprensión, la ira, la culpa, etc. Quienes la rodean pueden oscilar entre el rechazo y la compasión. 

En su lucha por afrontar la situación, la persona que sufre de burnout toma decisiones inconsistentes, incluso con buenas intenciones. Por ejemplo, puede optar por mudarse a un lugar de ensueño y, al día siguiente, solicitar un puesto que no le gusta. Quienes la rodean pueden sentirse inseguros porque todos se organizan en torno a la información que ha proporcionado, la cual será completamente cuestionada tiempo después. 

Cada ser querido cuestiona su responsabilidad. Siente la culpa de no haberlo visto, de no haberlo podido detener a tiempo, de no haber podido ayudar, de haber perdido la paciencia... Es un terremoto.

Además, la persona está actuando en función de las condiciones materiales de quienes la rodean, por lo que ya no puede producir, administrar sus finanzas ni hacer las compras. Esto se conoce como inestabilidad. Es de esperar que experimente sentimientos, actitudes y situaciones complejas hasta la recuperación.

Al final del proceso de recuperación, a menudo se producen grandes cambios tangibles: mudanza, cambio de actividad profesional... Nunca volverá a ser lo mismo, pero será para mejor.

¿QUÉ HACER? CONSEJOS PARA LA RECONSTRUCCIÓN

La fatiga severa puede resolverse con un descanso prolongado de un mes, por ejemplo, a diferencia del síndrome de burnout. Requiere reconstruir toda la estructura interna de la persona, reorganizar su entorno y recargar las pilas durante varios años. Estas son transformaciones profundas. 

La buena noticia en la reconstrucción posterior al burnout es que la persona reconocerá su valor y lo desarrollará a partir de él. Establecerá sus propios indicadores de reconocimiento sin necesidad de que otros se los proporcionen. Autónoma y en paz, podrá desarrollar todas sus capacidades. La condición es tomarse el tiempo para recorrer todas las etapas de la reconstrucción y resolver los problemas de origen. Luego, en un círculo virtuoso, aumentará su autoconfianza, su amor y autoestima, sus talentos, sus valores...

Como ser querido, primero es necesario protegerse. Compensar a los demás es ciertamente noble, pero tenga cuidado de no caer en el agotamiento. No dude en reorganizarse con familiares y amigos para delegar lo que sea posible, dedicarse tiempo de calidad el uno al otro, pero también para renovarse individualmente, lejos de obligaciones y molestias. No hay necesidad de sentirse culpable; mantener el equilibrio interior es necesario para ser un buen apoyo. 

En la medida de lo posible, quienes la rodean deben aliviarla de sus responsabilidades y limitaciones. Deben mimarla, protegerla, hacerla sentir segura, tranquilizarla, calmarla y calmar la situación...

Al no ser plenamente perspicaz, la persona que experimenta agotamiento necesita ayuda para tomar decisiones cruciales. Se le debe permitir tomar las decisiones esenciales en ese momento y dejar de lado las demás tanto como sea posible. 

También es crucial permitirle hacer lo que le dé placer (obligatorio) varias veces al día. Hay que permitirle (o incluso animarle encarecidamente) que descanse y haga cosas, no siempre productivas ni importantes: empezar clases de teatro, aprender a cocinar, crear arte, visitar museos...

¿Quiere organizar una escapada con amigos? ¡Genial! Quienes la rodean deberían comprobar que no se está pasando de la raya. Está prohibido hacer nada, solo debería disfrutar. 

Es importante ayudarla a pensar primero en sí misma, incluso si parece que los demás no pueden con ella. Debe comprender que ahora el tema es ella. Cuando se hacen bien las cosas, es precisamente al dejar sus problemas en manos de otros que terminan encontrando soluciones sorprendentes y desarrollando una nueva forma de funcionar más armoniosa. 

Entonces llega el momento de reflexionar sobre sí misma, replantearse sus valores y reestructurarse a su propio ritmo. Este paso atrás suele ser clave para superar el agotamiento.

RESISTENCIA AL CAMBIO: LA NECESIDAD DE EMPODERARNOS

La curación puede tardar varios años, dependiendo de la persona, el grado de destrucción y la calidad del apoyo.

Es casi imposible superar esto solo. El apoyo terapéutico es esencial para sanar de forma segura, sin recaídas y con la mayor eficacia posible.

Debe ser holístico: actuando sobre el cuerpo, las emociones, la mente y el entorno: naturópata, sofrólogo, coach, terapeuta energético, reiki, hipnosis, yoga, meditación…

Para sanar, algunas personas que experimentan agotamiento tienden a querer avanzar demasiado rápido. En cuanto se sienten mejor, quieren retomar el ritmo inicial. Por lo tanto, es importante reducir el ritmo para que el proceso se afiance. Es fundamental identificar los patrones internos que nos llevaron a esta situación; de lo contrario, corremos el riesgo de recaer. Entonces, necesitamos reconstruir patrones nuevos, más constructivos. El tiempo es incompresible.

Lo mismo ocurre con quienes nos rodean; tendemos a subestimar este período de recuperación. Imaginamos que cuando la persona se siente mejor, está curada. Sin embargo, dado todo lo que hay que reconstruir, el proceso realmente lleva tiempo. Cuando sentimos que la persona está volviendo a la normalidad, es realmente necesario completar el proceso, ya que el riesgo de recaída sigue siendo demasiado alto. Cuanto más aceptemos este tiempo, más rápido podremos avanzar. 

La mayoría de las veces, la resistencia al camino de la sanación se debe a la negación y también a preocupaciones como: "No tengo tiempo ni dinero". Como si hubiera una opción. La sanación requiere una inversión inevitable. Es mejor invertir en uno mismo de inmediato para retomar serenamente la vida activa que dejar que el sufrimiento se prolongue durante varios años, la incapacidad cíclica de afrontar la vida, de poder trabajar y, por lo tanto, de obtener tiempo y dinero.

¿Y SI FUERA UNA OPORTUNIDAD? EL AGOTAMIENTO ES EL PUNTO DE PARTIDA DE UNA NUEVA VIDA.

«Quizás mi vida no haya terminado». La recuperación es una oportunidad, como atestiguan muchas personas que se han recuperado del síndrome de burnout.

Reconocer la presencia de este síndrome significa, ante todo, aceptar nuestra humanidad y nuestra necesidad de límites.

Nos abrimos entonces a un camino de reconstrucción, donde cada uno puede reinventarse con autenticidad y fortaleza. Porque más allá del sufrimiento, el agotamiento puede convertirse en una oportunidad para reconectar con nosotros mismos, para construir una vida en armonía con nuestros valores y para construir un futuro que nos refleje, aunque dé miedo. 

¿Entonces tal vez valga la pena finalmente celebrarlo? 

¡Muchas gracias por este artículo, Chloe!

Una vez más, sus palabras arrojan luz sobre temas sensibles y esenciales, como el burnout, ofreciéndonos nuevas perspectivas para comprender y actuar mejor.

  • Chloé LESAGE

    Coach de liderazgo y facilitador de proyectos

    "Guerrera de corazón, esa es a menudo la conclusión a la que llego cuando explico mi trayectoria vital. Tras un comienzo difícil en esta tierra, busqué el equilibrio interior y la expansión a través de un viaje de 15 años de desarrollo personal donde puse a prueba todas las prácticas convencionales y atípicas.

    Como nunca dejamos de aprender, alimento continuamente mi sed de comprensión. Con un alto potencial intelectual y emocional, aprendí a poner mis habilidades al servicio de la vida para que se convierta en un don.

    Mi método está en la intersección entre quién soy, la reapropiación de mi formación de 2 años en coaching de desarrollo personal así como todas mis experiencias de vida.

    Es una práctica que experimenta e interviene simultáneamente en el cuerpo, las emociones y la dimensión espiritual. Para mí, es impensable acompañar durante años lo que, en mi opinión, causaría dependencia. Sin embargo, mi trabajo consiste en crear las condiciones para la reapropiación del poder interior y obtener resultados inmediatos en la materialización de los objetivos.

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